viernes, 10 de octubre de 2014

Encuentro en la noche (1952)


Los minutos iniciales de Encuentro en la noche (Clash by Night, 1952) muestran las labores pesqueras y conserveras que se llevan a cabo en la villa marinera a la que Moe (Barbara Stanwyck), la protagonista femenina, regresa después de su larga ausencia. Sin embargo, esta introducción documental desaparece para dar paso a un tono dramático, dominado por la amarga decepción que ha provocando su vuelta al hogar, de donde huyó de joven, cuando aún mantenía intactas las esperanzas y los sueños que ya no existen en ese instante presente en el que asegura: <<vuelves a casa cuando ya no tienes otro sitio>>. Esta frase confirma la derrota existencial de una mujer que ha visto como el paso de los años, y sus experiencias con hombres que la utilizaron, han transformado sus ilusiones en el desencanto que la define a su llegada a la villa donde todavía vive su hermano, y donde inicia su relación con Earl (Robert Ryan), un individuo como aquellos de quienes huye, pero de quienes no puede evitar sentir atracción, y con Jerry D'Amato (Paul Douglas), un patrón de barco que, desde el primer instante, intenta acercarse a ella al tiempo que le habla de la admiración que siente hacia Earl, el amigo en quien ve al hombre de mundo que él no es. El triángulo amoroso de Encuentro en la noche antecede al trío de Deseos humanos, película en la que Fritz Lang también trató la condición humana a través de la infidelidad marital dentro de una atmósfera oscura y tensa; sin embargo, las personalidades de los personajes de ambos films, así como sus intenciones, difieren, como demuestra la desilusión y los deseos adormecidos que marcan el devenir de Moe, ajena al deseo pasional y criminal de aquella interpretada por Gloria Graheme en dicho film. Moe no actúa con premeditación, ni pretende lastimar a nadie que no sea ella misma, simplemente se trata de alguien que ha renegado de sus sueños y de sus ambiciones. No obstante, su miedo a caer de nuevo en errores pasados (como sería reconocer la atracción que sobre ella ejerce Earl) la convencen para aceptar la propuesta matrimonial de Jerry, a quien primero rechaza y posteriormente se liga porque le ofrece la última oportunidad para dar la espalda a ese pasado que ha provocado la huida de sí misma. Encuentro en la noche avanza en el tiempo para descubrir al matrimonio convertido en padres de una niña, sin embargo, ella no encuentra la felicidad dentro del hogar que ha formado y forzado, pues la misma existencia que colma a Jerry a ella le resulta insuficiente, carente del atractivo que sí le ofrece su idilio con Earl, cuyo cinismo, egoísmo y resentimiento hacia las mujeres (por una experiencia fallida) lo convierten en un ser autodestructivo y destructivo, ajeno al sufrimiento que pueda provocar si con ello consigue calmar su ira interna y saciar el deseo que Moe despierta en él. Así que Earl antepone sus necesidades por encima de todo, de modo que iniciado el romance no muestra el menor remordimiento ni en sus actos ni en sus palabras, tras los que esconde las carencias, decepciones y frustraciones que han pasado desapercibidas para un hombre como Jerry, siempre confiado, incapaz ver el lado negativo de quienes le rodena e incapaz también de sospechar de la existencia de una relación clandestina que implica la posibilidad de perder a su hija, cuestión esta última que provoca el arrebato de furia que lo transforma en un ser desesperado, capaz de cualquier cosa para impedirlo.

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