viernes, 27 de junio de 2014

Yo creo en ti (1947)

Hacia 1945 la 20th Century Fox de Darryl F.Zanuck apostó por un tipo de cine negro de carácter realista y social, que denotaba cierta influencia del neorrealismo italiano y del cine criminal rodado en Hollywood durante la década anterior, de entre este tipo de docudrama o relato semidocumental, que también se desarrolló en productoras como la RKO, destacan entre otras las cinco aportaciones consecutivas realizadas por Henry Hathaway: La casa de la calle 92 (The House on 92nd Street, 1945), 13, calle Madeleine (13 Rue Madeleine, 1946), Envuelto en la sombra (Dark Corner, 1946), El beso de la muerte (Kiss of Death, 1947) y Yo creo en ti (Call Northside 777, 1947), aunque en esta última el protagonismo no recae en un agente del orden público, sino en un periodista que escribe una serie de artículos relacionados con el anuncio que recompensa con cinco mil dólares a cualquiera que pueda aportar información que exculpe a un condenado por asesinato. Como película que pretende mostrar la realidad, Hathaway inició Yo creo en ti advirtiendo que, en la medida de lo posible, el rodaje se realizó en los lugares donde se desarrollaron los hechos en los que se basa el film. Posteriormente se observan imágenes de archivo que muestran el Chicago de los primeros años treinta, en cuyas calles la criminalidad tiene una importante presencia, así como se escucha una voz en off que introduce aspectos verídicos del entorno donde se desarrolla la historia, de igual manera que presenta de forma directa el caso en cuestión y a P.J.McNeal (James Stewart), el periodista del Chicago Times, a quien su redactor (Lee J.Cobb) le encarga que entreviste a la señora Tillie Wiececk (Kasia Orzazewski), quien ofrece una suma considerable por la información que demuestre la inocencia de su hijo Frank (Richard Conte), condenado once años atrás por el asesinato de un agente de policía. La madre está convencida de la no culpabilidad de su vástago, algo que no sorprende a un periodista que la escucha decir que ha estado trabajando sin descanso desde 1933 (momento de la sentencia) para poder ofrecer la cantidad con la que espera obtener alguna noticia que permita poner en libertad a un hombre que para McNeal todavía es culpable. A lo largo del metraje se muestra a modo de crónica los aspectos del periodismo de investigación llevado a cabo por el reportero, que asume una postura inicialmente escéptica que pronto se trasforma en la certeza de que el reo no ha cometido el crimen. Para demostrar el error cometido por el sistema, McNeal se entrevista con el condenado, con su ex (Joanne De Bergh) o con la testigo (Betty Garde) que testificó contra Frank, a quien pide que se someta a la prueba del polígrafo, detallada con minuciosidad para introducir al espectador el avance empleado. Además, el incansable reportero recorre diferentes lugares, entre ellos algunas comisarias donde no recibe la colaboración de los agentes, pues el condenado fue hallado culpable del asesinato de uno de los suyos, lo que deriva en el intento de ocultación de los documentos que el periodista descubre cuando se hace pasar por un detective. A pesar de la errónea sentencia, Yo creo en ti ofrece una imagen positiva del sistema judicial (el periodista le dice al reo al final del film que pocos gobiernos aceptarían su error) y del ámbito periodístico que apoya la búsqueda de la verdad, de ahí que McNeal se convierta en una especie de cruzado que defiende la inocencia de Frank ante la junta creada para estudiar el caso que se resolvió a raíz de un falso testimonio que pretende desmentir mediante la ampliación de una imagen fotográfica encontrada en los archivos de la policía.

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