viernes, 27 de junio de 2014

Michael Collins (1996)

Tras siete siglos de dominación inglesa, el lunes de Pascua de 1916 alrededor de un millar de rebeldes irlandeses se alzaron en armas y tomaron, entre otros edificios administrativos, la Central de Correos de Dublín, donde cinco días después los sublevados rindieron las armas ante la superioridad británica. Este instante histórico sirve como punto de partida para Michael Collins, que se inicia con la rendición de los rebeldes, entre quienes se encuentran Eamon de Valera (Alan Rickman), uno de sus líderes, Harry Boland (Aidan Quinn) y Michael Collins (Liam Neeson), dos jóvenes amigos que en ese instante no resultan una amenaza para las autoridades, motivo por el cual se libran de una condena más severa. Estos personajes reales inspiraron a Neil Jordan para escribir un primer argumento en 1983, poco después de su debut en la dirección con Danny Boy (Angel, 1982), sin embargo, el proyecto no sería realizado hasta trece años después, cuando Jordan, tras los éxitos de Juego de lágrimas (The Crying Game, 1992) o Entrevista con el vampiro (Interview with the Vampire, 1994), se había hecho un nombre dentro de la industria cinematográfica. Como cualquier película basada en hechos reales, Michael Collins se toma libertades que la alejan de la realidad histórica, pues se decanta por centrarse en la figura de un hombre que al tiempo que se enfrenta a los británicos lo hace consigo mismo y con aquello en lo que cree, ya que en él conviven varios rostros que nunca llegan a equilibrarse: el amigo, el amante, el pacifista o el líder nacionalista de un movimiento revolucionario que emplea el terrorismo urbano para alcanzar su meta. Como consecuencia, en Collins habita la contradicción entre la paz y la libertad que persigue y la violencia extrema que emplea para alcanzarla, y que asume como el único medio para lograr sus objetivos. De tal manera, sus actos son implacables, sangrientos y censurables, como también lo son los empleados por el gobierno británico, que asume una postura similar a la del líder rebelde, lo que desata una lucha cruenta entre dos bandos que en 1921 se sientan a negociar las condiciones de un estado libre irlandés que no satisface las exigencias de los sublevados, pero que Collins se ve en la obligación de aceptar porque es consciente de que es la única alternativa que le han dejado. Asumir dicha responsabilidad conlleva que el líder del ejército republicano irlandés se enfrente al rechazo de antiguos colegas, que se niegan a reconocer el tratado, entre ellos De Valera y Boland, lo que desencadena un guerra civil y la ruptura entre Collins y Boland, dos hombres enamorados de una misma mujer (Julia Roberts) y distanciados por el acuerdo que el primero acepta como la única vía para alcanzar la independencia, lo que provoca que la lucha ya no sea contra los conquistadores, sino entre quienes persiguen un mismo fin, pero desde distintas perspectivas.

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