domingo, 3 de noviembre de 2013

Robinson Crusoe on Mars (1964)



De las cinco películas de ciencia-ficción rodadas por Byron Haskin tres tuvieron como productor al también director George Pal, pero Robinson Crusoe on Mars nada tiene que ver con el segundo, al menos en su autoría, aunque sí se observan ciertas influencias del estilo empleado en sus largometrajes en común. Además, esta peculiar adaptación de Robinson Crusoe resulta como mínimo tan interesante como aquéllas, descubriéndose como una estimulante rareza en la que un personaje similar al creado por Daniel Dafoe cambia la isla desierta por un planeta donde naufraga como consecuencia de un meteorito que provoca la pérdida de control de la nave en la que viaja en compañía del coronel McReady (Adam West) y de una chimpancé. Desde el momento que el comandante "Kip" Draper (Paul Mantee) sale de su cápsula y pone pie en suelo marciano empieza a familiarizarse con un entorno donde descubre que el nivel de oxígeno no le permite vivir, por eso necesita abastecerse de gas antes de que se consuma el que llena sus bombonas; de no hacerlo poco importarían otros detalles que también le preocupan.


El mundo marciano recreado en el escenario natural de Death Valley se muestra inhóspito, desolado y asfixiante; allí donde mira observa un terreno árido y rocoso por donde no asoma el menor rastro de vida, salvo Mona, a la que encuentra al lado del cadáver del coronel. La muerte de su amigo resulta un duro golpe, aunque la presencia de la chimpancé le proporciona la oportunidad para expresar sus inquietudes; no obstante, Mona no puede responder, como tampoco puede hacerlo la grabadora que emplea para dejar constancia de sus impresiones. 
En su contacto con aquéllo que se convierte en su cotidianidad "Kip" descubre una fuente de combustible en las piedras que abundan a su alrededor, de ese modo se produce su primer paso hacia su asentamiento en una cueva que adapta hasta convertirla en una especie de hogar. Una mesa, asientos o la bandera de su país, que cuelga en la entrada de su nueva morada, confirman que ha pasado de ser un superviviente dominado por el entorno a ser el dominador del mismo al solucionar sus problemas de nutrientes (oxígeno, agua y alimentos). En ese instante muestra su satisfacción por controlar el medio, mas el paso del tiempo aumenta su sensación de aislamiento y soledad hasta el extremo de perturbar su mente, convencido de que si no escucha otra voz que no sea la suya acabará por perder la cordura. La soledad se convierte en su condena, su cerebro humano no se encuentra preparado para días y más días sin escuchar una voz ajena que le cure de su enfermizo aislamiento. Y es en el momento de desesperación cuando, al igual que ocurre en la novela de Dafoe, su deseo de compañía se convierte en real al divisar varias naves que aterrizan en Marte, y que desvelan las carencias técnicas de Robinson Crusoe on Mars, las mismas que no afectan a su puesta en escena, ya que ésta se centra en la parte humana, de ahí que el peso de la narración recaiga en los personajes, sobre todo en el de "Kip", que en su soledad sostiene la primera parte del film. Con la aparición de los alienígenas de rasgos humanos se introduce al esclavo a quien Draper, en honor al Robinson original, bautiza con el nombre de Viernes (Victor Lundin), cuya presencia provoca un cambio de rumbo en el film, al iniciarse una relación de aprendizaje que deriva en la amistad que permite a ambos sobrevivir en el globo desértico donde se desarrolla esta recomendable producción de ciencia-ficción de serie B.

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