lunes, 29 de julio de 2013

Nacida en el oeste (1959)


Dentro del ciclo Ranown dirigido por Budd Boetticher e interpretado por Randolph Scott, Nacida en el oeste (Westbound, 1959) se presenta como la más atípica del conjunto, de hecho podría no encuadrarse dentro del mismo al presentar características que la alejan de la serie. En primer lugar no fue distribuida por la Columbia, sino por la Warner Bros., además tampoco fue producida por Harry Joe Brown, el socio de Scott, sino por Henry Blanke. Pero aparte de estas dos cuestiones existen otras que también la diferencian del resto de los westerns que componen el ciclo; sin ir más lejos, en ninguna de las otras seis se especifica una ubicación temporal que sí se muestra en este film, que se inicia con un rótulo donde se advierte de la guerra que se está librando entre el norte y el sur, y de la importancia del transporte del oro con el que se paga a las tropas de la Unión. Inmediatamente después de la introducción se descubre que el personaje interpretado por Scott no cabalga en busca de venganza, sino que se encuentra en presencia de sus superiores, quienes le encargan una misión que resulta vital para el devenir de la contienda. Al capitán John Hayes se le ordena poner en marcha la línea de diligencia que transporta el oro desde California hasta territorio norteño, sin embargo, la situación resulta complicada al tener que enfrentarse con el rechazo de los civiles y con la presencia de agentes confederados que tienen el deber de impedir que el metal dorado llegue a su destino. En Nacida en el Oeste (Westbound) se anteponen dos hombres con un pasado en común, Hayes y Clay Putman (Andrew Duggan), en el que habrían coincidido y amado a la misma mujer (Virginia Mayo), ahora esposa del segundo; de ese modo se sabe que mantiene aspectos enfrentados, pero también similares como sería la intención de luchar por aquéllo en lo que creen. E
l personaje interpretado por Scott posee rasgos más positivos que en otros westerns de la serie, ya que no siente odio hacia el hombre con quien se enfrenta, y si lo hace es porque se encuentran en bandos opuestos, no porque aquél haya matado a alguno de sus seres queridos. Como consecuencia de seguir órdenes y no sentimientos, el capitán no representa a la figura del vengador, aunque sí a la del solitario, a pesar de que su soledad disminuye gracias a su contacto con Jeanie Miller (Karen Steele) y Rod Miller (Michael Fante), el soldado con quien comparte transporte y a quien descubre sin un brazo, consecuencia de una herida de guerra; éste último hecho se presenta como un posible conflicto dentro del matrimonio, pues implica una adaptación psíquica similar, aunque menos desarrollada, a la experimentada por el marinero Parrish en la espléndida Los mejores años de nuestras vidas (William Wyler, 1946). Retomando el hilo de similitudes y diferencias, se deduce del comportamiento de Hayes que se trata de un hombre que no se detendrá hasta ver realizada su misión, cuestión que le iguala a los otros cowboys solitarios de Ranown, y como aquéllos acaba enfrentándose a un pistolero, que en este caso responde al nombre de Mace (Michael Pate) y se encuentra bajo las órdenes de Puttman, aunque, cuando comprende que el hombre para quien trabaja no busca el oro, sino la victoria confederada, se descontrola y da rienda suelta a su violencia. A pesar de los aciertos de Nacida en el oeste, resulta la más irregular de las siete producciones que Scott y Boetticher realizaron entre 1956 y 1960, sin embargo, como parecido final sí posee la contundencia narrativa de su director, capaz de manejarse como nadie en el western de bajo presupuesto.

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