sábado, 27 de abril de 2013

Adelante, mi amor (1940)



En la planta cuarta de uno de los edificios de la Paramount se encontraba el departamento de guionista; y allí, entre otros, trabajaban Preston Sturges y una pareja de escritores, Charles Brackett y Billy Wilder, a quienes se les encargó un guion para el lucimiento de una de las grandes estrellas del estudio: Claudette Colbert. La actriz había protagonizado con anterioridad dos guiones del dúo: La octava mujer de Barba Azul (Bluebeard’s Eighth Wife, Ernst Lubitsch 1938) y Medianoche (Midnight, Mitchell Leisen, 1939). Por entonces, Leisen era uno de los directores de mayor prestigio de la compañía, que le encargó la filmación de Adelante, mi amor (Arise, My Love, 1940). Habría una tercera “colaboración” entre Brackett-Wilder y Leisen, pero la relación profesional se deterioró definitivamente durante el rodaje de Si no amaneciera (Hold Back the Dawn, 1941), que fue clave para que Wilder se empeñase en rodar sus escritos, aunque ya había dirigido su primer film en Francia. Pero, en Adelante, mi amor la sensibilidad creativa de Wilder
, a quien no le gustaba que nadie cambiase sus guiones, salvo quizá Lubitsch, todavía no se sentía ofendida; la de Leisen no se vio afectada, ni antes ni después, y sus adaptaciones a la pantalla de los guiones de la pareja dieron su fruto las tres magníficas producciones arriba aludidas: Medianoche, que fue su primera colaboración y una de las grandes comedias sofisticadas del Hollywood dorado; Si no amaneciera, detonante de la ruptura —consecuencia del cambio en una de las escenas escritas por esa extraordinaria pareja de asalariados que no tardaría en triunfar con sus propias películas— y esta comedia antifascista, cuya historia se desarrolla durante el final de la Guerra Civil Española y los primeros compases de La Segunda Guerra Mundial.


Como consecuencia de la realidad internacional de 1940, uno de los ejes centrales de la película fue la denuncia de los fascismos que amenazaban buena parte del mundo; este hecho queda plasmado desde la primera imagen, cuando se descubre a su protagonista masculino encerrado en una prisión burgalesa a la conclusión de la guerra española, preludio de lo que estaba por llegar. Esa primera imagen muestra a Tom Martin (
Ray Milland), piloto de las Brigadas Internacionales, charlando con un sacerdote minutos antes de su ejecución, la cual no llega a materializarse gracias a la inesperada intervención de Agusta Nash (Claudette Colbert), periodista que se hace pasar por la esposa del condenado, con el fin de conseguir la libertad de aquel y un buen reportaje que consolide su carrera dentro de la prensa seria. Como consecuencia de la convincente actuación de Gusta, Tom salva su vida, aunque no sin antes emprender una huida aérea que les lleva hasta Francia, donde se le descubre con una tirita en la nariz y con un semblante de insatisfacción, que luce ante la multitud que les recibe en la estación de ferrocarril. A pesar de haber escapado de una muerte segura, a manos de los fascistas españoles, el piloto no ha logrado su objetivo de conquistar a la inteligente y bella reportera, capaz de morderle el apéndice nasal como señal de protesta ante sus repetidos intentos por seducirla durante la fuga Sin embargo, el reportaje sobre el aviador, a parte de ser idea suya, es demasiado importante como para dejarlo escapar, hecho que provoca un segundo encuentro, que el piloto aprovecha para un nuevo intento de conquista, pero, en esta ocasión con la lección bien aprendida, emplea un método más sutil que el ataque frontal. Durante parte de Adelante, mi amor se descubre un París de lujo, anterior a la inminente ocupación alemana, por donde la pareja muestra su mutua atracción; aunque Gusta continúa luchando contra sus impulsos carnales, en una inútil tentativa por no sucumbir ante los encantos que descubre en el piloto. El lujoso ambiente que domina la parte parisina de Adelante, mi amor desaparece con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, que sorprende a la pareja protagonista en un instante en el que, tras citar a André Malraux, aceptan su amor; pero ni siquiera el noble sentimiento que les une puede dar la espalda a los acontecimientos históricos que se están produciendo a su alrededor, hecho que provoca que la comedia ceda su protagonismo a la dramática realidad de 1940, cuando las tropas nazis avanzaban por el viejo continente sin apenas oposición.

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