jueves, 24 de enero de 2013

Misión de audaces (1959)


La filmografía de John Ford se encuentran plagada de películas que indagan en la historia de su país, pero sólo en una se centró en el desarrollo de la guerra civil que enfrentó a los estados de la Unión con la Confederación. Misión de audaces (The Horse Soldiers) se ubica en un contexto real, la Guerra de la Secesión, en un momento en el que las tropas del norte se encuentran estancadas, sin expectativas de avance, como consecuencia de la resistencia que oponen las fuerzas confederadas. Como recurso desesperado para romper esa crítica situación, que puede significar la derrota, se encomienda al coronel Marlowe (John Wayne) la misión de destruir las vías de suministros desde las que se abastecen los sudistas. No obstante, dejando a un lado su contexto histórico, Misión de audaces (The Horse Soldiers) es, ante todo, una película de personajes, de las sensaciones que la guerra produce en ellos y de las relaciones que mantienen con el entorno, con quienes les rodean y con ellos mismos. Antes de adentrarse tras las líneas enemigas Marlowe se reúne con sus oficiales, entre quienes descubre al mayor Kendall (William Holden), un cirujano que, en contra de su voluntad, debe llevarse con el grueso del regimiento. Entre el oficial médico y el jefe del regimiento nace un enfrentamiento que marca buena parte del transcurso de un viaje de destrucción y muerte, durante el cual el coronel no puede cumplir su propósito de pasar inadvertidos. Tras sufrir su primer contratiempo, al ser atacados por una patrulla rebelde, el grupo de jinetes se detiene en la hacienda de Hannah Hunter (Constance Towers), quien les recibe mostrando una hospitalidad que no esconde la animadversión que siente hacia unos invasores que han decidido quedarse con sus caballos y con sus reservas de grano. Hasta ese instante Kendall se ha mantenido al margen de cuestiones bélicas, siempre lo hace, ya que es médico antes que soldado, sin embargo él es quien desenmascara a la joven cuando la observa espiando a través del conducto de la calefacción, hecho que provoca que Marlowe decida llevarla con ellos para asegurarse de su silencio. La presencia de la prisionera abre un nuevo frente en el pensamiento del oficial en jefe, que se debate entre su deber, sus sensaciones y la certeza de que la guerra destruye aquello que antes habían construido. Misión de audaces (The Horse Soldiers) no es un western propiamente dicho, ni un film bélico, sino una película que muestra aspectos nada favorables de las contiendas, como esa constante riada de heridos a los que el doctor atiende, a muchos de los cuales no puede salvar, o el ataque kamikaze de un regimiento compuesto por niños soldados, que por suerte finaliza con unas azotainas en el trasero de uno de los imberbes. Aunque parezca que Kendall y Marlowe no comparten aspectos comunes se observa a lo largo del camino que ninguno se encuentra a favor del derramamiento de sangre, cuestión que no pueden evitar cuando llegan a Newton, donde un contingente de rebeldes se apea del tren que se detiene en la estación para avanzar en un sacrificio inútil y sangriento. A pesar de la victoria y de cumplir la misión, el coronel siente como su amargura se convierte en rabia y frustración cuando observa como el bar se ha convertido en un hospital de campaña donde los gritos de dolor y la sangre confirman su fracaso personal. Durante esos instantes de impotencia, bajo los efectos del alcohol, confiesa a Hannah el por qué de su rechazo hacia el doctor, en quien individualiza a todos los doctores, de quienes desconfía desde la negligencia médica que acabó con la vida de su esposa. Pero a pesar de los sentimientos que le dominan, y que sólo en esa ocasión y al final del film exterioriza, Marlowe recupera su aplomo para intentar alcanzar Baton Rouge en un peligroso viaje durante el cual la funesta sombra de la guerra nunca les abandona.

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