lunes, 14 de enero de 2013

Las minas del rey Salomón (1950)

Pocos aventureros decimonónicos pueden presumir de llevar quince años en África ejerciendo una profesión tan peligrosa como la de cazador y guía en un medio repleto de peligros naturales y humanos, sin embargo, Allan Quatermain (Stewart Granger) puede jactarse de ello, pues ha sobrevivido y alcanzado una reputación que va más allá del continente africano; no obstante, su decepción y su soledad le hacen replantearse un presente que le mantiene alejado de su hijo de siete años, a quien apenas conoce y a quien mantiene en un colegio en Inglaterra. El aventurero comprende que ha llegado el momento de tomar una decisión que cambie el rumbo de una vida en la que se ha apartado de la sociedad, porque no comparte ningún aspecto común con los miembros que la forman, con quienes solo mantiene contacto cuando les sirve de guía. Este individuo solitario resulta ser el héroe de una superproducción de aventuras rodada en parajes naturales por Compton Bennett y Andrew Marton como si se tratase de un safari fotográfico que prefiere centrarse en mostrar la fauna o las costumbres de las tribus autóctonas antes que plantear una acción dinámica, que apenas asoma durante el viaje que Quatermain emprende para encontrar el mítico tesoro enterrado en Las minas del rey Salomón (King Solomon's Mines). La historia se centra en el rechazo y la atracción que se produce entre los dos personajes de mayor entidad: el cazador y Beth Curtis (Deborah Kerr) (ausente en el original literario), la pudiente inglesa que se presenta en el continente con la intención de encontrar a su esposo, de quien no ha tenido ninguna noticia desde la recepción de su última carta, escrita un año antes, en la que aclaraba su intención de encontrar la fabulosa mina de diamantes del monarca hebreo, y así conseguir su propia fortuna. Quatermain muestra sus dudas cuando acuden a contratarle, convencido de que una mujer no tiene cabida en un entorno hostil, además asume que el tesoro no es más que una de las muchas leyendas que circulan de boca en boca. A pesar de todas sus negativas el famoso cazador termina por guiar a Beth y al hermano de esta (Richard Carlson) hasta el territorio inexplorado donde desapareció Curtis, ya que las 5000 libras que le ofrecen asegurarían el futuro de su hijo. El mayor problema de esta producción de aventuras reside en la ausencia de la misma, al desarrollarse desde un ritmo cansino que merma buena parte del atractivo de un viaje que enfatiza, desde un enfoque didáctico, en el entorno por donde deambula el grupo exploradores; dicha constante impide que esta adaptación cinematográfica, la más conocida de la novela escrita por Henry Rider Haggard hacia finales del siglo XIX, logre atrapar a un espectador que posiblemente no encuentre la diversión que espera de ella.

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