martes, 29 de enero de 2013

La red social (2010)



La apertura de La red social (The Social Network) muestra un local donde se presencia la ruptura de una pareja, cuando la chica (Rooney Mara) le dice a su acompañante que su fracaso en las relaciones personales no tiene nada que ver con su condición de freaky, sino con su comportamiento. Dicha afirmación parece confirmarse al ser testigos de la conversación y de la posterior actuación del aludido, cuando decide resarcirse hackeando varias paginas de colegios universitarios para realizar una especie de venganza infantil. Pero el éxito de la niñería  genera en la mente de Mark Zuckerberg (Jesse Eisenberg) la idea de que a la gente le gusta reconocer en la web a personas de su entono. Y así se descubre a este joven estudiante en la habitación que comparte con varios compañeros, ligeramente resentido por su escaso éxito social, creando un programa informático que permite a sus usuarios el constante seguimiento de aquellos que se convierten en sus amigos, sin embargo, en el presente, ese mismo joven se encuentra en una sala rodeado de gente (demandantes y abogados), pero da la sensación de que está más solo que en ese pasado cercano. Desde las dos salas donde se litiga sobre asuntos concernientes a la autoría de facebook, la película, dirigida por David Fincher y escrita por Aaron Sorkin, regresa al pasado para realizar el seguimiento de una historia que se alterna constantemente en el tiempo y en las situaciones que atañen a sus personajes, sin emitir juicios, simplemente mostrando parte de los hechos que les ha llevado hasta ese punto de ruptura. La red social no es una película biográfica, tampoco la historia del nacimiento de una empresa de gran impacto social, sino una exposición de circunstancias y aspectos concretos que rodean a los personajes y al mundo en el que habitan, expuestos a través de una serie de flashbacks que se combinan con fluidez con el presente, evitando de ese modo que se convierta en un aburrido seguimiento de un litigio carente de interés significativo, porque, al fin y al cabo, en La red social la importancia reside en aspectos de la sociedad moderna de la que forman parte demandado y demandantes, en su trasformación, en las relaciones, existentes o inexistentes, en los intereses que se generan y que son expuestos desde la velocidad narrativa impuesta por Fincher, la cual parece hacer referencia al frenético ritmo que se descubre en la era de la comunicación (que suele prescindir de la misma), como atestigua la rápida ascensión de una red social que en poco tiempo se convierte en algo tan habitual como pasear o desayunar. La sucesión de escenas corre hacia un desenlace que no sería más que un principio, ya que los avances o retrasos sociales se producen a cada instante, sin apenas tiempo para volver la vista atrás, todo se impersonaliza, todo se globaliza: necesidades, gustos, amistad, valores; dicha realidad invita a pensar que algo no funciona, más aún cuando se descubre que las relaciones personales se desarrollan con mayor asiduidad en un medio donde no tienen cabida ni las sensaciones físicas ni las emotivas, que sí podrían existir en el espacio real, donde esas mismas relaciones, aunque parezcan más complicadas, pueden ser también más auténticas y sorprendentes.

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