martes, 15 de enero de 2013

El lobo de mar (1941)


"El fantasma" es el reino de "Lobo" Larsen (
Edward G. Robinson), convencido de que es mejor <<ser señor en el infierno que servir en el cielo>>; esta frase sacada del libro de Milton que guarda en su camarote revela parte de la oscura personalidad del capitán del barco en el que se enrola George Leach (John Garfield) cuando escapa de la policía. Ese mismo navío, salido de la niebla, recoge de un naufragio a Van Weyden (Alexander Knox), escritor que no pertenece al mundo de criminales y desheredados que habitan en la goleta, y a Ruth Brewster (Ida Lupino), fugitiva de la justicia que rescatan moribunda. Leach se arrepiente de su decisión de esconderse en el barco cuando descubre el comportamiento tiránico de un capitán que somete y humilla a los miembros de su tripulación, compuesta por delincuentes y fugitivos que tampoco muestra aspectos positivos, salvo el vano intento de redención del doctor Prescott (Gene Lockhart) después de salvar la vida de Ruth. La adaptación escrita por Robert Rossen y realizada por Michael Curtiz de la novela de Jack London El lobo de mar ofrece una perspectiva oscura, cercana al cine negro, que se desarrolla dentro de una atmósfera fantasmagórica que oprime a todos aquellos que se encuentran atrapados en ese barco que hace honor a su nombre. Hombres como Leach, que se opone abiertamente a Larsen, o como Van Weyden, incapaz de adaptarse a un entorno donde se siente asfixiado, pasando por Ruth Brewster, humillada por su condición de fugitiva de la justicia, son incapaces de huir de la travesía de "El fantasma", siempre siniestra y opresiva, sin que en ningún momento se sepa a ciencia cierta hacia dónde se dirige o qué persigue la mente de ese hombre que ha elegido como filosofía de vida la frase escrita por Milton en su obra El paraíso perdidoEl lobo de mar (The Sea Wolf) es una muestra más del perfecto pulso narrativo de Michael Curtiz para crear un film opuesto a lo que se esperaría de una típica película de aventuras, ya que la acción no muestra diversión o gestas heroicas, estas no tienen cabida sobre la cubierta de la goleta, sino que indaga en el comportamiento de sus personajes, atrapados en las tinieblas que dominan el viaje marino, que podría ser el reflejo de sus propias interioridades, sobre todo la del hombre que se ha erigido en el amo y señor, un hombre capaz de humillar y someter a cualquier miembro de su tripulación y que solo muestra su debilidad cuando sufre las cegueras que no se atreve a reconocer por miedo a dejar de reinar en el infierno que ha creado.

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