jueves, 11 de octubre de 2012

Una cara con ángel (1957)



Leer en los créditos iniciales los nombres de Stanley Donen (director) Fred Astaire (actor y coreógrafo), George e Ira Gerswin (música y letras) aventura que se verá un musical que apunta alto; y más lo hace al contar con el protagonismo femenino de Audrey Hepburn, sin duda, al observar su rostro, la película ya no puede ser otra que Una cara con ángel (Funny Face, 1957), el primero de los dos musicales en los que participó la famosa actriz. La presencia de Audrey Hepburn fue un acierto por partida doble: por su capacidad de dotar de humanidad, ternura y estilo a su personaje y porque consiguió aumentar el reclamo del público, al ser una estrella indiscutible dentro del panorama cinematográfico del momento, como veinte años atrás pudiera serlo el inimitable Fred Astaire, su pareja cinematográfica y, con el permiso de Gene Kelly, quizá el más grande bailarín de cine que ha dado Hollywood. La actriz interpretó a Joe Stockton, una joven sencilla con ambiciones exclusivamente intelectuales, que se ve sorprendida por los miembros de la revista de moda que acude a la librería en la que trabaja, donde, tras ser ninguneada y expulsada del local, Dick Avery (Fred Astaire) la descubre como el rostro natural idóneo para la campaña que Maggie Prescott (Kay Thompson) pretende llevar a cabo. Para la actriz, el papel de Jo Stockton fue la oportunidad de poder bailar (se inició como bailarina de danza clásica) y cantar por primera vez en la pantalla (no como ocurriría siete años después en My Fair Lady, que por una decisión incomprensible del productor doblaron su voz en las canciones). Una cara con ángel (Funny Face) resulta luminosa y alegre, su ritmo y sus originales números musicales forman parte de la antología del musical clásico hollywoodiense, género en el que los nombres de Stanley Donen y Fred Astaire brillan con luz propia. El colorido domina las imágenes, no en vano la historia se desarrolla dentro del mundo de la moda al que accede por casualidad Jo Stockton, quien no tiene ningún interés en destacar dentro del oficio de modelo. Jo acepta convertirse en el rostro americano de la prestigiosa revista Quality únicamente porque le permite cumplir su sueño de viajar a París, la ciudad de la luz, del amor y de la moda, pero para ella sólo es la ciudad del pensamiento antropológico. El París de postal al que los tres protagonistas saludan al compás de la melodía Bonjour, Paris!,(escrita por Roger Edens y Leonard Gershe) es el lugar donde Joe pretende encontrar al profesor Emile Flostre (Michel Audair), eminente pensador y creador del enfaticalismo, teoría basada en la empatía que Jo sigue al pie de la letra, sin darse cuenta de que se está enamorando de Dick Avery, el fotógrafo de la revista, que evidentemente baila mejor que fotografía. En París se desarrolla la parte romántica del film, aunque ésta se ve truncada momentáneamente por el encuentro entre la inocente modelo y un filósofo que no es de piedra, y que pretende algo más que un intercambio de ideas; cuestión que Dick advierte desde el primer momento y así se lo hace saber a la joven de quien se ha enamorado, lo cual crea el conflicto sentimental que debe resolverse al ritmo de los números musicales de esta excelente comedia romántica.

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