domingo, 14 de octubre de 2012

Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores (1975)


¿A quiénes se refiere el título español cuando se refiere a sus locos seguidores? ¿Al público? ¿A las monturas de los caballeros, que siempre viajan detrás de éstos? Aunque no exista respuesta sí se puede decir que por mucho que se mire en la pantalla no se observa a ningún seguidor del rey Arturo (Graham Chapman) y de sus caballeros de la mesa cuadrada, a no ser que se refiera a los policías del siglo XX que de vez en cuando asoman por la historia de Arturo y sus muchachos, elegidos uno a uno entre la flor y nata de una Inglaterra medieval en la que ya existían protestas sociales contra un sistema de gobierno elegido por una dama surgida de un lago. Las leyendas artúricas fueron fuente de inspiración para narraciones y películas, pero ninguna ha aportado una visión tan absurda de las andanzas del rey de Camelot (que no quiere regresar a su castillo) como Los caballeros de la mesa cuadrada y... (Monty Python and the Holy Grail), la primera comedia en la que los Monty Python abogaron por una historia en detrimento de los múltiples sketches que componen su debut fílmico en Se armó la gorda (1971) (And Now for Something Completely Different) o su exitosa serie de televisión Monty Python's Flying Circus. Así pues el grupo de cómicos se adentró en un mundo de magia, brujería y luchas para ofrecer su peculiar visión de los hechos que demuestran que la famosa mesa donde se reunían los caballeros artúricos no era redonda sino cuadrada. Pero mejor será empezar por aquella mañana de niebla en la que se deja escuchar el sonido de los cascos de un caballo en la lejanía, que pronto cobra cuerpo y se descubre que el rey Arturo no cabalga sobre su montura, ya que ésta le sigue de cerca, y no se trata de un caballo sino de un hombre entrechocando las dos mitades de un coco vacío que imita el sonido de los cascos de un equino. A decir verdad, Arturo muestra gran dignidad cabalgando sobre sus piernas; incluso, cuando tira de las riendas y se detiene ante un castillo para informar de su intención de reclutar a los caballeros más valientes del reino, no pierde ni un ápice de su aura regia. La creación de la mesa cuadrada no es inmediata, antes el monarca debe recorrer parte del reino y observar el panorama que le rodea, además de demostrar sus cualidades de guerrero al enfrentarse al temible caballero negro. Pero Arturo consigue su propósito cuando recluta a sir Bedevere (Terry Jones) y posteriormente al resto de sus seguidores (éstos si que le siguen), que tienen su propia aventura individual; de ese modo se puede observar a sir Robin (Eric Idle) dando esquinazo a un caballero de tres cabezas, al tiempo que soporta al juglar que canta sus heroicidades en vivo y en directo; o a sir Galahad el casto (Michael Palin), que sobrevive dentro de un castillo repleto de mujeres complacientes y algo viciosillas, hasta que, a punto de enfrentarse gustosamente con el peligro, se presenta sir Lancelot el bravo (John Cleese) y le rescata en contra de su voluntad. Como en las demás apariciones cinematográficas de Monty Python, cada uno de los componentes interpretó a varios personajes, también se encargaron de escribir el guión, y dos de ellos, Terry Gilliam y Terry Jones, fueron los responsables de su dirección, dando como resultado una comedia de humor absurdo en la que la búsqueda del Grial no es más que la escusa para desatar la locura irreverente de este inolvidable sexteto de humoristas.


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