lunes, 22 de octubre de 2012

La cruz de hierro (1977)


Un espacio asolado por la destrucción y la locura que significa la guerra, durante la retirada del ejército alemán del frente soviético en el invierno de 1943, sirvió para que Sam Peckinpah realizase una profunda reflexión sobre el ser humano, centrándose en las figuras de unos soldados que desde el principio muestran cual es su postura con respecto al infierno en el que se encuentran. Los soldados alemanes que lidera el cabo Steiner (James Coburn) forman un grupo dominado por el desencanto que les genera su situación, incluso los oficiales que les rodean son conscientes de la derrota que se cierne sobre ellos, dejándose arrastrar por la desesperanza que se descubre en sus sucios uniformes o en sus barbas desaliñadas, que chocan con la pulcritud y presunción del capitán Stransky (Maximilian Schell), voluntario recién llegado al frente ruso con la única intención de obtener la cruz de hierro, condecoración que para Steiner (ascendido a sargento, sin desearlo) no significa nada y que para el aristócrata prusiano lo significa todo. Steiner no es un héroe, aunque sus hombres así lo creen, sólo es un superviviente consciente de que la guerra roba cualquier atisbo de esperanza, presente y futura, lo cual le convierte en un individuo realista, sincero y derrotado. La cruz de hierro (Croos of Iron) muestra el salvajismo y el sin sentido de una contienda dominada por el humo, la desolación, la acumulación de cadáveres o los constantes bombardeos, que testifican que se trata de un momento en el que el ser humano pierde su condición (el capitán Stransky ordena la muerte de un joven prisionero soviético o en la parte final ordena al teniente Triebig (Roger Fritz) que acabe con Steiner y sus hombres). La irracionalidad no sólo se percibe en el frente, también se hace evidente durante la estancia de Steiner en el hospital donde se recupera de las heridas sufridas durante el contraataque que Stransky quiere apuntarse como merito suyo. En el centro de salud se observa a soldados que han perdido sus extremidades, sus rostros o sus ilusiones, también se deja ver un general que saluda a los soldados antes de requisarles la comida para compartirla en privado con sus acompañantes, momento que demuestra que la guerra utiliza, sacrifica y mutila. Dentro de esa mentira Steiner vive una pesadilla mayor que la que se vive en el frente, donde la constante presencia de las balas, del enemigo y de la muerte se convierten en la única realidad que le permite sentirse seguro; <<¿tienes tanto miedo a vivir que tienes que esconderte en la guerra?>> le pregunta la enfermera (Senta Berger), con quien ha mantenido relaciones, antes de que la abandone para regresar a su mundo. La guerra roba las ilusiones de los hombres y de las mujeres, ninguno de los miembros del pelotón de Steiner las tiene, el único soldado que guarda alguna esperanza resulta ser el capitán Stransky, pero es una esperanza egoísta e irracional, que se antepone a la seguridad de los suyos y que le obliga a traicionar al sargento, a quien deja atrás cuando llega la orden de retirada. El conflicto entre Stransky y Steiner es un enfrentamiento entre la idea de clase social (falsa superioridad moral) que defiende el aristócrata prusiano y el individualismo (humanista) de Steiner, capaz de oponerse a los oficiales porque sabe que ellos son los responsables de enviar a los hombres a la muerte, cuestión que reprocha al coronel Brandt (James Mason) cuando éste le pide que presente cargos contra Stransky por apropiarse de los méritos del teniente muerto durante el contraataque. El capitán carece de la superioridad moral e intelectual de la que presume, no duda en mentir y coaccionar con tal de lograr su objetivo, que nada tiene que ver ni con la guerra ni con sus hombres, a quienes sacrifica para poder ganar esa condecoración que no deja de ser un trozo de metal que no vale la vida de nadie.

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