sábado, 6 de octubre de 2012

El secreto de los Incas (1953)


Algunos aventureros cinematográficos ambicionan encontrar un tesoro que les permita acceder a la riqueza que no poseen, y que desean hasta el punto de embarcarse en situaciones peligrosas; parte de estos individuos muestran una actitud egoísta al dejarse dominar por la obsesión de conseguir un botín que posiblemente no llene sus carencias, un ejemplo claro de este tipo de aventurero mezquino sería Harry Steele (Charlton Heston), un estadounidense afincado en Perú que se gana la vida como guía en la ciudad de Cuzco, mientras seduce a las turistas a la espera de su oportunidad. Harry sueña con encontrar el gran sol de oro inca, enterrado en la ciudad perdida de Machu Picchu, sin embargo, para llegar hasta allí necesita un avión que no tiene. Este buscavidas, que luce un sombrero y una cazadora de cuero que años después heredaría Indiana Jones, es un ser solitario, sin apegos y sin valores, lo cual provoca que desprecie a quienes le rodean, más aún si se trata de Ed Morgan (Thomas Mitchell), un viejo aventurero también afincado en suelo peruano, en quien Harry contempla su retrato del futuro. A pesar del evidente rechazo que le genera, Harry mantiene una relación profesional con Morgan, que le ofrece trabajos como el de conducir hasta México a Elena Antonescu (Nicole Maurey), exiliada rumana que intenta escapar de las autoridades de su país natal. Como es habitual en Harry, no tiene intención de hacer nada que no le convenga, así pues utiliza a la joven para su beneficio, ya sea personal o profesional, porque Elena puede proporcionarle entretenimiento y el medio de transporte que necesita para llegar hasta Machu Picchu (el diplomático que la persigue posee un aeroplano como el que Harry aguarda desde su llegada a Cuzco). Tras hacerse con la avioneta de Anton Marcu (Leon Askin), Harry y Elena alcanzan la ciudad perdida, que para su sorpresa no lo está tanto, ya que entre sus restos de piedra se observa a un grupo que excava en busca de tesoros nacionales que, al contrario que Harry, no pretenden quedarse sino exponer en museos. El secreto de los Incas (Secret of Incas) se inscribe dentro del género de aventuras, sin embargo la acción se centra en el comportamiento de los personajes, dejando en un segundo plano la aventura propiamente dicha; de ese modo se descubre que el constante rechazo que Harry siente hacia Morgan no es más que el rechazo que siente hacia sí mismo, sensación que le asfixia cuando aquel se presenta inesperadamente en las ruinas para reclamar la mitad del tesoro. En Machu Picchu el film adquiere un enfoque más íntimo al centrarse en los sentimientos y emociones de los personajes principales, ya sea en
 Stanley Moorehead (Robert Young), el arqueólogo jefe, siempre sumido en su trabajo, negándose de esa forma un sentimiento como el que nace cuando observa a Elena, o en Harry, que inicialmente continúa mostrándose como un ser vil y rastrero, totalmente contrario a la caballerosidad de su rival en las atenciones de la chica. Pero la imagen de Morgan, codicioso, solitario, carente de cualquier emoción que no sea la de encontrar el tesoro entre los restos de la ciudad, provoca una encrucijada vital en la mente de Harry, porque en su mano todavía se encuentra la opción de poder elegir su futuro: ser como el viejo Morgan o buscar una alternativa que le proporcione la posibilidad de no convertirse en él.

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