viernes, 28 de septiembre de 2012

Sin City (2005)


Cuatro voces en off se escuchan en la ciudad del pecado de Robert Rodriguez y Frank Miller, tres de ellas sirven de guía en su correspondiente episodio, y una en el prólogo y el epílogo que abre y cierra Sin City (2005). En la primera trama, que se divide en dos partes se escucha a Hartigan (Bruce Willis), que deja su protagonismo para que sean Marv (Mickey Rourke) y Dwight (Cliwe Owen) quienes tomen el relevo antes de concluir su experiencia en la parte final del film. Los tres son tipos duros, diferentes entre sí, pero a quienes une el deambular por una ciudad oscura donde la corrupción, el crimen y la violencia son el pan de cada día. Las sombras dominan Sin City, salvo algún rojo intenso que recuerda al color de la sangre que con frecuencia se derrama por ese ambiente amenazador donde surge la figura del teniente de policía Hartigan, a punto de retirarse como consecuencia de su dolencia cardíaca, pero antes de abandonar el cuerpo siente la obligación de acabar con un criminal (Nick Stalh) que asesina a niñas indefensas como la pequeña Nancy, a quien Hartigan salva de las garras del sádico, pervertido y caprichoso hijo del senador Roark (Powers Boothe). Ocho años después, ya en la parte final de la película, el policía descubre que la niña a quien ha idealizado, y que le ha permitido sobrevivir a su brutal encierro, se ha convertido en una mujer de bandera (Jessica Alba) que tampoco ha podido olvidarle, y a quien debe volver a salvar de un ser amarillo que no para de acosarles. Pero antes de llegar a la conclusión del romance entre Nancy y Hartigan se produce la explosión de violencia de Marv, quien por su aspecto físico recuerda a otro personaje interpretado por Mickey Rourke (Johnny el guapo) casi dos décadas atrás. Este gigantón desfigurado, que por vez primera vez comprueba las delicias de una noche de pasión, despierta al lado de un cadáver que horas antes había sido la mujer (Jaime King) con quien hizo el amor. Marv sabe que nada de lo que haga puede evitar que le consideren el autor del homicidio, pero a él eso le tiene sin cuidado, acostumbrado a ser objeto de persecuciones y vivir situaciones límite, lo que realmente le importa y le impulsa a iniciar su periplo por las sombras es acabar con los verdaderos asesinos de la única chica que no le ha tratado como a un monstruo. La tercera historia se centra en Dwight, un asesino que ha cambiado de rostro y ha regresado a la ciudad de la que tuvo que huir; este tipo muestra su carácter antes de adentrarse en la zona controlada por Gail (Rosario Dawson) y sus chicas, quienes comenten el error de matar a Jackie Boy (Benicio del Toro), el policía pasado de rosca que las atosiga y cuya muerte implica el fin de la larga tregua entre la ley y las prostitutas guerreras. Sin City es una excelente adaptación de una novela gráfica, ya que todas sus escenas parecen surgir del cómic que adapta, quizá ésto se deba a la presencia de su autor, Frank Miller, acompañando a Robert Rodríguez en las labores de dirección (Quentin Tarantino participó como director invitado); de ese modo se impuso un tono de viñeta que roza la combinación perfecta entre dos ámbitos artísticos condenados a entenderse. Las voces en off se escuchan a lo largo de las historias, se trata de un recurso que sirve para exponer los pensamientos de los protagonistas, lo cual permite conocer su interacción dentro del universo de ciudad del pecado. La utilización de dichas voces difiere de la utilizada por Zack Snyder en 300 (2007), otra adaptación de una novela gráfica de Frank Miller, en la que el narrador llega a resultar repetitivo hasta la saciedad, ya que deseando enfatizar la grandeza de los héroes espartanos consigue que se pierda el interés por lo que se observa: un violento ejercicio visual que no posee el descaro que Robert Rodriguez imprimió en Sin City.

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