martes, 7 de febrero de 2012

Drive (2011)

En su debut en el cine norteamericano Nicolas Winding Refn expuso de manera clara y concisa la personalidad de su conductor (Ryan Gosling), marcada por el silencio y por una soledad que le descubre como el individuo de pocas palabras que es. En su mirada se puede leer aquello que no expresa verbalmente y que le aproxima al personaje interpretado por Alain Delon en la mítica El silencio de un hombre, pero, además, Drive impacta por su madurez narrativa, la misma que no precisa de alardes técnicos ni de escenas artificiosas que le sirvan, como sucede en otras producciones del género, para esconder sus carencias, pues apenas las tiene. El director noruego no traiciona en ningún momento su propuesta, tensa e íntima, que gira en torno a la figura de ese individuo enigmático y poco sociable, aunque a buen seguro peligroso. Este piloto, de quien poco o nada se sabe, no tarda en dejarse atrapar por los sentimientos que le despiertan Irene (Carey Mulligan) y su hijo Benicio (Kaden Leos). La presentación del romance entre el conductor y su vecina resulta creíble, sutil, sincera y para nada empalagosa, ya que ninguno de ellos necesita expresar ni la soledad que parece unirles ni la mutua atracción que sienten, al menos no con frases de relleno que en otras producciones se utilizan para maquillar su falta de contendido. A medida que la relación evoluciona, al compás de esos silencios locuaces que lo dicen todo, asoman sin prisa, pero sin pausa, el resto de los implicados en una trama que inicialmente se desconoce, aunque no cabe la menor duda de que tarde o temprano estallará golpeando a cuantos se encuentran dentro de su radio de acción. Como tipo solitario que es, el personaje al que dio vida Gosling no tiene a nadie, salvo a una especie de amigo y mentor llamado Shannon (Bryan Cranston), un tipo venido a menos, a quien tan solo le resta un sueño, el mismo que solo puede materializar si se asocia con un individuo peligroso como Bernie Rose (Albert Brooks), quien aporta el dinero necesario para financiarlo. Esa ilusión consistiría en conseguir un coche de carreras para que, a parte de los beneficios económicos, el conductor pueda encontrar una salida para su talento; ese siempre presente que le sirve para expresarse y para ganarse la vida, aunque en ocasiones no lo haga de un modo honrado. “Durante cinco minutos soy tuyo, un minuto antes o después no cuentes conmigo” esta frase expresa claramente que el conductor no se deja manipular cuando le contratan como piloto de fugas en los golpes que le proporciona Shannon, una regla que sí expone con palabras y que también impone cuando se dispone a ayudar a Standard Gabriel (Oscar Isaac), el padre de Benicio y el marido de Irene. Cuando el ex-convicto regresa a casa, tras una temporada a la sombra, se promete y promete que no delinquirá de nuevo, pues parece que ha aprendido que su hogar es lo primero; sin embargo, su ausencia también ha significado la soledad para Irene, y ha permitido que se haya enamorado de su vecino, cuestión que Gabriel intuye y que podría provocar un enfrentamiento con el conductor. Pero Standard Gabriel ni se enfrenta al conductor ni parece que pueda reformarse, pues sus deseos se van al traste cuando le acosan y le vapulean delante de su pequeño, a quien los matones entregan una bala en señal de amenaza; un hecho que el conductor descubre y le decide. Utilizando un lenguaje mínimo sonsaca a Gabriel el motivo de la agresión, produciéndose un acercamiento entre marido y vecino que no parecía posible, y que desvela parte de la naturaleza de un hombre que debe intervenir. Poco o nada se sabe de su pasado, pero lo que sí se confirma es que posee unos sentimientos que le impulsan a ayudar al hombre que le separa de la mujer que ama. ¿Redención? ¿Amor? ¿Ambas? Posiblemente ambas, pero lo que sí es seguro es que sus sentimientos son sinceros, fuertes y claros, y son esas sensaciones hacia Irene y Benicio las que le obligan a intervenir en un golpe que nunca habría aceptado, si no fuese porque sabe que es la única manera de ofrecer un futuro para Irene y familia, aunque conlleve arriesgar el suyo, produciéndose la anunciada explosión de violencia sin florituras, clara y directa que no traiciona al resto del film.

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