viernes, 27 de enero de 2012

Las diabólicas (1955)


Referente del mejor thriller psicológico y opresivo, Las diabólicas (Les diaboliques, 1955) de Henri-Georges Clouzot impacta en los sentidos, sobretodo por la perturbadora atmósfera que envuelve a las dos protagonistas, víctimas de los abusos y las humillaciones de un hombre que no frena en su violencia e irracionalidad. Pero, además, Cluzot creó un suspense que se apodera del espectador y le obliga a compartir en cada escena el ambiente enrarecido y siempre amenazante por la presencia del miedo y de la desesperación que anida tanto en Nicole Horner (Simone Signoret) como en Nicole Delassalle (Véra Clouzot), mujeres al límite que ni pueden echarse atrás en su decisión homicida ni, por lo que se descubre, pueden seguir adelante una vez tomada, lo cual provoca el estado de ansiedad que se observa en ellas cuando comprueban el desarrollo de los hechos, que golpean sus mentes y atacan sus nervios, porque lo habían planeado todo, todo menos el nerviosismo y la duda que se generan a la espera de los acontecimientos. Nicole y Christina, maestras en el colegio que dirige el marido de la segunda, mantienen una extraña amistad que se ha fomentado en la desesperación que les produce ser la una amante y la otra esposa de Michel (Paul Meurisse), un individuo repulsivo que las humilla, domina y maltrata. Pero, aparte de este condena compartida, sus personalidades son opuestas, como se descubre al principio del film y durante su práctica totalidad. La imagen de Nicole es la de una mujer fuerte y decidida, mientras que a la directora se le confiere una de carácter tímido, sumiso y debilitado por la enfermedad al corazón que no le permite sobresaltos. La aparición inicial de Michel muestra directamente que se trata de un hombre amoral y violento (a los que se podría sumar otros calificativos negativos) que desea controlar a los miembros del claustro, quienes le temen, pero años atrás este individuo no sería como es en la actualidad, o al menos así lo recuerda Christina, que ha llegado al extremo de desear deshacerse de él, aunque no como propone Nicole. 


La idea de asesinar a su marido, propuesta por la amante y amiga, no le convence, probablemente porque ella es una mujer sensible, ajena a la violencia que en su marido y en Nicole se descubre innata. Sin embargo, ha llegado al límite de sus fuerzas, y no encuentra otra salida que la de aceptar un plan diabólico que deben ejecutar a la perfección si pretenden salir airosas. Los preparativos del crimen se inician cuando se trasladan al pueblo donde Nicole posee una casa, pues parte del éxito reside en no encontrarse en el colegio durante el fin de semana, detalle que alejaría las sospechas que pudiesen recaer sobre ellas. Tras este primer movimiento, vendría atraer a la presa, cuestión que pretenden lograr telefoneando a Michel para informarle de que Christine le abandona porque no soporta sus malos tratos; ahora todo depende de que pique el anzuelo y se traslade hasta el lugar donde se encuentran sin que nadie le vea salir del colegio, cuestión que saben complicada, pero probable, puesto que se trata de un hombre que no permitiría que se supiese que su mujer le ha abandonado. La tensión inicial de Las diábolicas se centra en la consumación del crimen con el que pretenden liberarse del yugo al que las somete Michel, sin embargo, hacia la mitad de la película esa tensión sufre una transformación y se convierte en una especie de horror que se cierne sobre las asesinas, cuando empiezan a sospechar que los hechos previstos no resultan como esperaban, este contratiempo desespera en mayor medida a Christina, quien apenas puede soportar la sorprendente aparición de Fichet (Charles Vanel), el inspector retirado que le propone encontrar a su marido desaparecido.

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