jueves, 20 de octubre de 2011

Ultimátum a La Tierra (1951)



Tras la Segunda Guerra Mundial las superpotencias se volcaron en el desarrollo de la energía atómica para fines militares, convirtiéndose en la amenaza de una nueva guerra cuando los bandos implicados en su estudio se vieron enfrentados por circunstancias que no vendrían a cuento enumerar o analizar. El mundo comenzó a temer por un nuevo conflicto que, temiéndose definitivo, barrería a la raza humana de la faz del planeta. Esta amenaza, por suerte no consumada, provocó que en los años cincuenta (siglo XX) las producciones de ciencia ficción cobrasen cierta relevancia dentro del panorama cinematográfico, tanto para advertir de los riesgos de dicho conflicto como para presentar a ambos bandos como buenos y malos. Ultimátum a La Tierra (The day the Earth stood still), clásico incontestable del género, se decantaría por exponer la primera opción, mostrando parte de la irracionalidad de la naturaleza humana, así como el miedo y la falta de entendimiento que la generan. Esto sería lo que pretende exponer un extraterrestre del todo inofensivo, cuya misión no consiste ni en destruir ni en invadir, sino únicamente en transmitir un mensaje de importancia vital para el futuro de la humanidad. Aunque antes de que pueda llevar a cabo su cometido, sus anfitriones le regalan una bala que se instala en su cuerpo; un inicio poco halagüeño para las relaciones interplanetarias. Con semejante bienvenida otro visitante que no fuese Klaatu (Michael Rennie) permitiría a su androide, indestructible y destructor, que arrasase con todo y con todos, sin embargo, el viajero del espacio sólo desea entrevistarse con los representantes de todos los países del planeta, porque el mensaje es para todos, no para un solo individuo ni para una sola nación. Sin embargo, Klaatu descubre que no puede contar con los líderes políticos, por ese motivo cambian su primera elección y recurre al profesor Barnhardt (Sam Jaffe), una de las mentes más privilegiadas de la ciencia, a quien encarga reunir a científicos y a otras intelectualidades que representarían a todas las nacionalidades; ellos deben ser los testigos de unas palabras que exponen a las claras las dos opciones que tienen los habitantes del planeta. No obstante, la misión de Klaatu no resulta sencilla, el ejército, la prensa y los ciudadanos le acosan, quieren darle caza sin detenerse a preguntarle si viene en son de paz. Para ellos no cabe la menor duda, es de fuera, y por lo tanto viene con malas intenciones, sobre todo después de realizar una demostración de poder, aunque esta fuese necesaria para convencer a los invitados de Barnhardt para que acudan a la reunión. Menos mal que existen Helen Benson (Patricia Neal) y su hijo, Bobby (Billy Gray), quienes a parte del profesor son los únicos humanos que le ayudan, y le ofrecen la oportunidad de mostrarse más humano que aquellos que le persiguen, como sería el caso de Tom (Hugh Marlowe), el novio de Helen, un individuo que preferirá interponer su propio beneficio al de la sociedad en la que vive sin atender a razones, ni a su supuesto amor por Helen. Robert Wise fue el encargado de realizar una de las mejores producciones de ciencia-ficción de la época, en la que prevalece un claro mensaje de advertencia, similar al que desea entregar Klaatu, en el que se advierte de los riesgos de la energía atómica mal empleada y de las actitudes poco dialogantes de los máximos responsables de la seguridad del planeta. Por ello impacta que el extraterrestre sea un ser de lo más pacífico, como demuestra cuando aterriza en Washington, saludando y afirmando que viene en son de paz, antes de recibir un tiro que ya indica la violencia que se genera en el interior del ser humano, en este caso como consecuencia del miedo y del nerviosismo. A partir de ahí, durante toda la película, Klaatu es un tipo que demuestra más sentimientos y más raciocinio que aquellos que le rodean, que se dejan arrastrar por los medios de comunicación, por la ignorancia y por un miedo que no puede generar más que odio o esa violencia que podría desatarse si no se plantea que se podría vivir en paz, como lo han logrado en el planeta natal del E.T. Sin embargo, Ultimátum a La Tierra (The day the Earth stood still) conserva la esperanza, por ello el héroe de otro mundo no se detiene e intenta desesperadamente comunicar un mensaje con el que expondría el hecho que le ha obligado a presentarse en sociedad y las dos opciones que éste plantea; porque al final <<la decisión es asunto vuestro>>.

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