lunes, 17 de octubre de 2011

El viento (1928)


Junto
El que recibe el bofetón (He Who Gets Slapped, 1924), El viento (The Wind, 1928) es la película más simbólica y moderna (vista desde una mirada actual) de las realizadas por Victor Sjöström en Hollywood. En este western psicológico y telúrico, el cineasta sueco regresa a sus orígenes o, cuando menos, los toma como referencia, más allá de que el protagonista masculino sea su compatriota Lars Hanson, con quien había trabajado en films como Therèse (1916) y Törsen från stormyrtorpet (1917). Me refiero al uso de los elementos naturales, que se antojan vivos, como símbolos que desvelan parte de los personajes, de sus emociones y sentimientos, de aquello que atormenta sus interioridades. En Terje Vigen (1917) y en Los proscritos (Berg-Ejvind och hans hustru1917) introduce mar y nieve, respectivamente, como elementos naturales que parecen cobrar vida; lo mismo se puede decir de la tempestad que se desata en El viento. Con Sjöström (y también con su amigo Mauritz Stiller), la naturaleza y sus elementos adquieren un simbolismo y un significado hasta entonces inexistentes en el cine. En 1923, cuando salió de Suecia rumbo Hollywood, tras firmar un contrato con la MGMSjöström era considerado uno de los grandes del cine y, durante los años que siguieron, continuó demostrando el porqué. Aunque rodase con el nombre de Victor Seastrom, para facilitar su apellido sueco al público estadounidense. En tierras californianas, su talento se aclimató mejor que el de su colega Stiller, permaneciendo intacto y alcanzando excelencia en El viento, ejemplo magistral de su estilo y de su maestría creativa y cinematográfica, una maestría transformada en imágenes que recuperan rasgos de su periodo de esplendor sueco, como parece indicar la importancia del paisaje a la hora de determinar la psicología de la protagonista, en espacios del western, género típico de Hollywood, en el que Sjöström da significado a los fenómenos naturales, que influyen y simbolizan el aislamiento, la comprensión y el devenir de Letty Mason (Lillian Gish).


Más que dramática o trágica, la historia de
El viento es psicológica, y más lo hubiera sido si los distribuidores del film no hubiesen impuesto el final feliz que sustituyó al del montaje original; pero esta circunstancia resta maestría a Sjöström ni a la película: una de las obras cumbres del cine mudo gracias a la belleza y fuerza visual que desprenden las imágenes en las que el viento nunca abandona a Letty, representando el miedo y la locura que la amenazan como a la figura de un caballo salvaje atrapado en la tormenta. Dando forma visual al guion de Frances Marion, el cineasta arranca la trama en el interior de un tren en el que viaja Letty Mason con la intención de instalarse en el rancho de su primo, con quien había crecido; sin embargo, la esposa de este no logra controlar sus celos y hace lo posible para echarla. Desde el primer instante, Letty encuentra dificultades: el rechazo de la esposa o la amenaza del viento, que destruye cuanto encuentra a su paso, pero también halla aceptación en dos hombres que no pueden disimular la atracción que sienten hacia ella: Lige Hightower (Lars Hanson) y Wirt Roddy (Montagu Love), individuo con quien había coincidido en el tren del inicio, y que le había advertido de la fatalidad de un viento que erosiona el alma. Prácticamente nunca se calma, se enfierece en tornados y tormentas de arena que amenazan la tranquilidad de personas acostumbradas a la naturaleza inhóspita, a la que Letty dice no temer, pero que la afecta influyendo en su ánimo. Magnífica Lilian Gish en el tormento que transfiere a su personaje, el miedo la define y la posee y dicha sensación aumenta cuando se ve obligada a abandonar la casa de su familiar. Esta circunstancia provoca que acepte un matrimonio indeseado, en el que ya desde el primer instante impide a su marido que la toque. Lige Hightower la mira incrédulo cuando descubre la realidad de que ella no le ama y, ante tal certeza, se desilusiona y le promete no tocarla y conseguir el dinero necesario para enviarla de vuelta a Virginia, puesto que Letty se consume rodeada por las incesantes ráfagas que la amenazan tanto en el exterior de la casa como en el interior de su mente; sin embargo, la peor tormenta todavía no se ha desatado; ocurre cuando el peligroso viento del norte amenaza presentarse, del mismo modo que amenaza la presencia de Wirt Roddy rondado la casa, a quien ella empieza a temer tanto como al viento que desata la tempestad.

2 comentarios:

  1. El final feliz no fue impuesto, es una leyenda. Todo el desarrollo de la historia y los personajes va hacia ese final feliz, lo comtrario no tendría sentido.

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    1. Gracias por el comentario.

      Quizá sea una leyenda, quizá no. Lo único que puedo decir es que el final de la novela homónima de Dorothy Scarborough, en el que se basa el guion del film, difiere del final de la película. Según contó Lilliam Gish, los “exhibidores” no estaban contentos con un final que les pareció trágico (posiblemente ante la reacción del público). Era algo habitual en Hollywood hacer cambios en sus films según la reacción del público en los primeros pases o en un pase previo. Lo cierto es que no se ha encontrado el final aludido por la actriz, pero esto tampoco lo descarta, puesto que muchas copias de películas y la mayoría de metrajes descartados se han perdido para siempre.

      En cuanto a si un final diferente carecería de sentido, creo que sí lo tendría (igual que lo tiene el que es), aunque sería otro y no quiere decir que sea mejor ni peor. En la vida, en la interpretación que le damos, no todo sale de un modo que queremos suponer lógico, aunque lo que suceda entre dentro de la lógica (que va más allá de la lógica de cada uno). De cualquier forma, damos sentido a las vivencias a posteriori; mientras suceden, las vivimos. Y eso es lo que le sucede a Letti, vive el viento, vive sus miedos y vive su camino hacia la locura. Y nada de lo que va viviendo apunta que otras opciones careciesen de sentido.

      Saludos.

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