viernes, 28 de octubre de 2011

El moderno Sherlock Holmes (1924)


En el universo de los sueños y en el planeta cine todo es posible, incluso convertirse en un famoso detective temido por los delincuentes y envidiado por los colegas de profesión, sin que exista chica que se le resista, aunque para ello antes deba rescatarla. Y mucho de esto tiene
 El moderno Sherlock Holmes (Sherlock Jr, 1924), una divertida y original comedia interpretada y dirigida por Buster Keaton, mito indiscutible del periodo silente, quien, en apenas en una hora de metraje, desarrolló con gran habilidad y desbordante ingenio la desventura de un tímido proyeccionista cinematográfico (Buster Keaton) perdidamente enamorado de una joven (Kathryn McGuire) a quien le ha salido otro pretendiente. El individuo que rivaliza por el amor de esa mujer no resulta de su agrado, no solo por su presencia, sino porque comprende que se trata de un individuo sin escrúpulos, sospecha que se confirma cuando el reloj del padre de la muchacha desaparece. Este delito ofrece al proyeccionista la oportunidad para ver cumplido otro de sus sueños: convertirse en un sagaz detective que intenta descubrir al culpable, pero en la realidad las artimañas empleadas por su enemigo le señalan como el principal sospechoso. Las falsas evidencias convencen al padre de la chica (Joe Keaton) para expulsar al personaje principal de la casa, al tiempo que le advierte que si lo vuelve a ver lo denunciará a la policía. Derrotado, triste y sorprendido por resultar el culpable de un delito que no ha cometido, decide seguir a su sospechoso, en una de las escenas más graciosas y geniales del film, hasta que finalmente regresa a la sala donde trabaja y se queda dormido mientras proyecta una película en la que se introduce como parte de su sueño. Este tramo de El moderno Sherlock Holmes da pie a escenas sensacionales, como la que se desarrolla en la partida de billar durante la cual una bola explosiva salta de aquí para allá sin llegar a estallar o la persecución en motocicleta por una carretera que semeja su aliada, escenas que desvelan la gracia y la frescura de un film lleno de inventiva, desarrollado con gran agilidad y con una cuidada puesta en escena que merece ser disfrutada o descubierta en cualquier momento, porque la diversión está asegurada al observar la comicidad de ese soñador romántico que en todas sus acciones muestra a un cómico irrepetible como Buster Keaton.

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