miércoles, 7 de septiembre de 2011

El Navegante (1924)


El inicio de
El Navegante (The Navigator
Buster Keaton y Donald Crisp, 1924) explica la situación que sirve de excusa para poner en marcha una de las comedias más emblemáticas y dinámicas de Buster Keaton. ¿Pero que largometraje silente de Keaton no es dinámico y emblemático? Todos lo son. Ignoro qué alimentos y nutrientes consumió durante la década de 1920, pero le proporcionaron una energía envidiable, incluso para Popeye el marino. De hecho, sin temor a que me nieguen un plato de espinacas, podría decir que la maestría cómica de Keaton fue y es inigualable e inimitable. Fue un cómico de pies a cabeza, desde la cuna a la tumba. Era puro movimiento cinematográfico y físico, un talento descomunal que primaba la movilidad de los gags y la inventiva visual sobre aspectos que podrían ralentizar el ritmo de sus aventuras, pues eso eran al fin y al cabo: la superación de múltiples trabas hasta alcanzar el triunfo sobre los elementos naturales y humanos. Vuelvo a los rótulos iniciales. Nos ubican en un lugar sin nombre, sin época, pero con dos pequeñas naciones en guerra. Esta circunstancia no sorprende a ninguno de los bandos, aunque sí preocupa a los espías extranjeros que el rival haya incrementando su flota con la adquisición del vapor Navigator, navío que, en ese preciso instante, fondea en el puerto. Lógicamente, los espías optan por el sabotaje y deciden soltar las amarras del barco, dejarlo a la deriva, y que la corriente marina se encargue del resto. Así, pues, antes de que la tripulación suba a bordo, ponen en práctica su plan, que se salda con éxito, aunque ignoran que dos inesperados pasajeros saldrán ganando. ¿Quién si no Rollo Treadway (Buster Keaton) y Betsy O'Brien (Kathryn McGuire), la hija del propietario del vapor, se encontrarían a esas horas en el buque? ¿Qué se sabe de este Rollo? ¿Es buen o mal rollo? Es uno consentido, heredero de una gran fortuna y alguien poco acostumbrado a ver incumplidos sus caprichos. Por lo que parece está perdidamente enamorado de su acompañante, pero enfoca la situación de un modo un tanto precipitado. ¿Qué podría responder Betty, ante una inesperada y veloz petición matrimonial? Un no rotundo que parece dejar claro que no corresponde a los sentimientos del apurado que, junto a Betty, se verá en situaciones que podrían cambiar su suerte y los sentimientos de la chica.


Co-dirigida entre Buster Keaton y Donald CrispEl Navegante divierte y sorprende con su vitalidad y alegría, con deliciosos e ingeniosos gags, fruto del genio Keaton, que, igual que Charles Chaplin o Harold Lloyd, resulta tan moderno y magistral que sus películas apenas han notado el paso del tiempo, conservando su descaro, brillantez e hilaridad, atributos que las posteriores generaciones no han pasado por alto, tomando como referencia muchos de los hallazgos visuales producidos en aquellas comedias en las que la palabra aún no había presentado sus posibilidades y ni sus carencias cómicas. El Navegante se desarrolla con gran rapidez, mostrando, una tras otra, las divertidas y originales situaciones que envuelven a Rollo, un enamorado que, sin saber cómo, se encuentra inmerso en un caos que debe dominar. Toda la película es una diversión constante; escenas como la que se produce cuando un retrato se balancea tras el ojo de buey del camarote del protagonista, circunstancia que le asusta, porque su mente le indica que se trata de un desconocido acechando su intimidad o la pelea submarina que Rollo mantiene con un pez espada, empleando un pez de características similares para defenderse; sin olvidar su aparición ante unos nativos asombrados y asustados que muestran su desconcierto al verle surgir entre las aguas, son algunas muestras de la imaginación empleada por los responsables de un film como El Navegante, una magnífica conjunción de ingenio, comicidad y derroche de humor perfectamente utilizado a lo largo de los minutos, que ofrece una excelente oportunidad para descubrir la capacidad de hacer reír de Keaton.

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