viernes, 8 de julio de 2011

La prima Angélica (1973)


Luis (José Luis López Vázquez) exhuma los restos de su madre, muerta veinte años atrás, para darles sepultura en el pueblo natal de ésta. Pero esto no es más que una excusa para que Carlos Saura pueda ofrecer una perspectiva original de los recuerdos de este hombre maduro que viaja en su mente a la infancia, y lo hace con su cuerpo de adulto (herramienta narrativa ya utilizada por Ingmar Berman en Fresas salvajes). Para Luis el regreso al pueblo donde pasó varios años de su niñez es el detonante de imágenes que le conducen a los inicios de la Guerra Civil, sobre todo cuando se encuentra con una Angélica (Lina Canalejas) en edad madura. Luisito había llegado a casa de su abuela para pasar un mes, tras el cual regresaría con sus padres a su hogar madrileño, pero el inicio del conflicto lo cambia todo, y provoca que permanezca en la pequeña ciudad más de lo esperado. El nuevo hogar de este niño, alejado a la fuerza de sus padres, es un hogar burgués de ideas conservadoras, donde los miembros de la familia apoyan al bando nacional y a una iglesia poco o nada tolerante. Sin embargo, no todo resulta negativo para Luis, allí se encuentra su prima Angélica, una niña algo más pequeña que él, con quien mantendrá una relación que les unirá y les permitirá descubrir, desde la inocencia, el mundo que les rodea. La prima Angélica posee un excelente guión, escrito por Rafael Azcona y Carlos Saura, que critica abiertamente a esa sociedad conservadora que dominó durante varias décadas los designios de aquellos que, como Luis, fueron víctimas de un cambio que no mejoró sus vidas, y lo hace desde unos saltos temporales, apenas perceptibles, que presentan a los personajes de la niñez y del presente confundidos en la mente del protagonista. ¿Por qué? Posiblemente, cuando Luis recuerda el pasado le resulta difícil verse como era, por lo tanto termina obteniendo una imagen de sí mismo que no es sino una versión distorsionada de la actual. Así pues, José Luis López Vázquez interpreta a Luis en edad madura e infantil, y lo hace con una actuación destacada, en la que muestra tanto las dudas y el desencanto del adulto, como la inocencia ante las nuevas experiencias que descubre el joven Luisito, al lado de su prima Angélica, que le permite, a veces desde el miedo que le infunden, el comportamiento de varias instituciones que dominan la sociedad de su infancia: la familia y la iglesia.

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