lunes, 4 de julio de 2011

Dos mujeres (1960)


En un primer momento, la adaptación cinematográfica de la novela de Alberto Moravia La campesina (La Ciociara) iba a contar con George Cukor al frente, sin embargo el rechazo de Anna Magnani a interpretar a Cesira, provocó que el cineasta estadounidense perdiera el interés y abandonase el proyecto. Este fue a parar a las manos de 
Vittorio De Sica y, probablemente, el proyecto salió ganando. Cesare Zavattini, guionista indispensable y fiel colaborador del cineasta, fue el encargado de adaptar la novela escrita por Moravia, para que, con su maestría y sensibilidad habitual, De Sica realizase una de sus grandes películas posneorrealistas y ofreciese a Sophia Loren uno de los papeles de su vida artística; otro sería su personaje en Una jornada particular (Una giornata particolareEttore Scola, 1977). Uno de los aciertos reside en no distanciarse de la esencia del original literario, ¿para qué hacerlo, si se trata de una novela que ya en sí parece hecha para la pantalla? La narración arranca en Roma, muestra a dos mujeres, madre e hija, poco antes de abandonar la capital para huir de los incesantes ataques que vive la ciudad en plena Segunda Guerra Mundial. Su destino no es escogido al azar, sino que se trata de la pequeña población donde Cesira (Sophia Loren) se crió, un lugar en la montaña, presuntamente, alejado de los bombardeos y de las tropas de ocupación. Sin embargo, cuando llegan al pueblo, comprenden que la guerra no ha pasado de largo, la situación también es desesperante. Las personas con quienes se encuentran tienen hambre, sufren penalidades y no dudan en aprovechar cualquier oportunidad que se les presenta. No resulta extraño que sean seres que sólo miren por ellos, buscan sobrevivir a una situación inusual en sus vidas, un estado de carestía que afecta a todo y a todos. No obstante, su ignorancia les hace ser más mezquinos y menos solidarios, características que Michelle (Jean-Paul Belmondo), un joven de ideas liberales enfrentadas con los totalitarismos dominantes, les recrimina. Michelle es un hombre instruido en un mundo donde la ignorancia impera a sus anchas y que ayuda a sustentar la situación en la que se encuentran (o al menos eso es lo que él cree). La llegada de la dos mujeres le ofrece una nueva perspectiva de la vida, ajena a la filosofía y a la política, se enamora (algo que no había experimentado con anterioridad). Sin embargo, Cesira tiene claro cuales son sus prioridades, y ésta sólo es una: proteger a Rosetta (Eleonora Brown) de todo y de todos. Su hija es su razón de ser, la quiere inocente, alejada de toda la miseria que les rodea, y sin embargo, no puede proporcionarle las facilidades que creía encontrar escapando a las montañas. Al fin y al cabo, no son más que meras marionetas dentro de una contienda ruin, plagada de personas y de actos viles fruto de la misma. Como he apuntado con anterioridad, Dos mujeres (La ciociara, 1960) tuvo sus problemas en cuanto a la elección de las protagonistas. Inicialmente, el papel de Cesira iba a ser interpretado por Anna Magnani, pero a esta gran actriz no le convencía la idea de que Sophia Loren hiciese de hija y las dos soluciones que veía era o que fuese para una actriz más joven y con menos experiencia (se dice que propuso a Pier Angeli) o, con ella fuera del proyecto, que fuese Loren quien asumiera el rol de madre. Finalmente, ante la negativa de Magnani y la idea que propuso, el papel principal recayó en Sophia Loren, por aquel entonces de veintiséis años de edad, pero su juventud no impidió que realizase una de sus mejores interpretaciones, la cual le valdría el reconocimiento en numerosos certámenes y premios, entrando en la historia del cine al conseguir el Oscar a la mejor interpretación femenina de ese año, ya que era la primera actriz en hacerlo participando en un film de habla no inglesa. Su actuación fue soberbia, una muestra de un talento excepcional que la aúpo a una posición inmejorable dentro de la cinematografía internacional. Pero, en definitiva, Dos mujeres es una adaptación cinematográfica más que digna de la excelente obra literaria que los inolvidables De Sica y Zavattini adaptaron a la gran pantalla donde el primero narró mediante imágenes la historia de dos mujeres y su entorno, reflexionan y haciendo reflexionar sobre la condición humana.

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