martes, 31 de mayo de 2011

La travesía de París (1956)

El director francés Claude Autant-Lara hizo gala de una excelente visión crítica en este drama, adornado con toques cómicos, cuya trama se desarrolla a lo largo de una noche parisina vista desde la perspectiva de dos hombres tan distintos que, de no ser por el terrible momento que les toca vivir, quizá nunca se hubiesen conocido. La ocupación alemana de París provocó entre otras cuestiones la proliferación del mercado negro, donde parisinos con dinero podían acceder a aquellas mercancías que poco tiempo atrás se encontraban en cualquier mercado de la ciudad y al alcance de cualquiera. La historia de La travesía de París (La traversée de Paris) se inicia en este periodo, cuando la capital francesa sufre el dominio de un ejército invasor, en la que hombres sin oficio ni beneficio se ven obligados a servir de correos, oficio peligroso a la par que lucrativo. Uno de estos hombres, Marcel (Bourvil), debe transportar cuatro maletas, con la ayuda de un desconocido, Grandgil (Jean Gabin), (quien sustituye a su anterior ayudante). Ambos recorrerán en una noche las calles de una ciudad oscura, llena de patrullas, tanto de alemanes como de policías locales, en la que el peligro les acecha constantemente. Sin embargo, lo que para Marcel es su medio de subsistencia, para Grandgil resulta un divertimento. Esta especie de vagabundo, que en realidad no lo es, se toma la situación como un juego, él puede permitírselo. Él es el causante de las situaciones con las que se enfrentan, las provoca y sin pensar en las terribles consecuencias que pueden generar. La travesía de París es una excelente muestra de una época confusa, donde se presentan diferentes comportamientos humanos ante una situación que les afecta en sus libertades más básicas. Las maletas contienen carne de cerdo, un producto tan apreciado como escaso. Marcel, viendo la oportunidad de ganar algún dinero, acepta llevarlas por una cantidad ridícula, algo que descubrimos cuando su compañero amenaza al carnicero (Louis de Funès) y le exige una cantidad diez veces mayor, que el proveedor acepta pagar. Este promotor cárnico es uno de esos seres que se aprovechan de la situación, no se plantea si es correcto o no, tan sólo pretende ganar dinero. Grandgil le fuerza para descubrir hasta dónde es capaz de llegar para que le transporten la mercancía. Algo que repetirá con cuantos se encuentre en su camino. ¿Qué intenta demostrar? ¿Qué necesidad siente de provocar a todos aquellos con los que se encuentra? ¿Actuaría como lo hace si realmente se encontrase en la situación de Marcel? Grandgil es un ser en una posición privilegiada que le permite el capricho de acompañar al correo y no pasar por los miedos y ansiedades de éste. Su pensamiento no le permite comprender el verdadero estado de su acompañante y por qué éste acepta todo tipo de situaciones, con tal de poder llegar a un destino que, a medida que la noche avanza, se les antoja más lejano.

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