martes, 24 de mayo de 2011

Cielo Amarillo (1948)


Uno de los grandes cineastas del Hollywood clásico y también uno de los más desconocidos en la actualidad,
William A. Wellman, rodó en 1948 Cielo Amarillo (Yellow Sky, 1948), un western oscuro, de espacio reducido, en el que la naturaleza humana se pone a prueba. Los ocho personajes que deambulan por el pueblo fantasma ocultan sus intenciones mientras permiten que el tiempo transcurra ajeno al conflicto que late en el interior de personalidades marcadas por la ambición que les lleva hacia un enfrentamiento directo, el cual se ve postergado como consecuencia de las diferentes causas externas que se presentan ante ellos. Cielo Amarillo podría haberse filmado como un thriller (en realidad lo es), ya que se apoya en el suspense y en unos personajes amorales que deben elegir cada uno de sus movimientos, pero el gran acierto de Wellman se descubre en la elección de la ubicación espacio-temporal, reflejo de los espectros internos que aguardan el momento idóneo para desenmascararse. El supuesto héroe, Stretch (Gregory Peck), es un criminal al igual que sus compañeros, con quienes llega hasta el pueblo fantasma de Cielo Amarillo tras asaltar un banco, y su posterior fuga a través de un desierto que prácticamente acaba con ellos. En la ciudad muerta, antaño rebosante de vida gracias a su riqueza minera, se encuentran con una muchacha, Constance (Anne Baxter), y con el abuelo de ésta (James Barton). Al principio, los ladrones no sospechan nada, sus maltrechos cuerpos y sus mentes agotadas no se lo permiten. Pero no tardan en preguntarse qué hacen dos personas en un lugar como ese. La respuesta es sencilla, ocultan algo y ese algo probablemente sea oro. Como consecuencia de esta sospecha, la codicia toma el control de sus actos. Únicamente el jefe de la banda se muestra en desacuerdo con la propuesta de sus compañeros, sin embargo se ve obligado a buscar el ansiado botín, empresa que podría enfrentarle a una mujer de fuerte carácter, valiente y bella, que muy a su pesar no le resulta indiferente. El conflicto no puede tardar en estallar, ya que se trata de un puñado de hombres despreciables, capaces de cualquier acto con tal de alcanzar el fin que persiguen. Cielo amarillo es un western tenso, claustrofóbico y de gran profundidad psicológica, que pone a los personajes en la situación límite que les conduce hacia la genial omisión de unos hechos que se intuyen, pero que no se muestran, posicionando la cámara en otro punto del pueblo, fija en el rostro de Constance, angustiada ante el posible desenlace de aquello que se advertía inevitable.

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